23 mar 2012

La primera vez que morí


La primera vez que Raúl murió tenía 15 años. Al terminar el colegio ese año me fui a pasar un tiempo en el infértil sur de Honduras con mi prima, su esposo y sus tres hijos. El tipo era un semi-analfabeta con complejo de comerciante que se ganó la lotería un año atrás y con el dinero se compró un carro, una casa y una ferretería. Yo encajé en el rol del menor explotado cargando ladrillos y sacos de cemento junto con tres remedos de personas cuyos nombres y caras no recuerdo. Sí recuerdo gozar de dos vidas: La del mozo de ferretería y la de miembro de la familia que comía la misma comida y que vivía en la misma casa que los dueños.


Un día salimos a cazar. El semi-analfabeta era fanático de fumar buenos habanos y de ver morir a su comida por lo que varias ocasiones presencié asesinatos de armadillos y aves silvestres capturadas en la bodega de la ferretería. Pero esa vez fue distinto. En la excursión fuimos mi familia y varios desconocidos incluyendo aquellos empleados cuyos nombres y caras no recuerdo. Me dieron un rifle y me ordenaron dispararle a un árbol, jalé el gatillo y luego intenté darle al mismo punto mientras me preguntaba qué estaba haciendo con mi vida. Ese día regresamos con conejos, iguanas, y variedad de aves. Nunca he vuelto a cazar desde entonces.


Varios días después almorzamos un venado en salsa que sabía a pollo y se sentía duro y fibroso. Por la tarde pedí un tiempo libre de mi jornada laboral y me fui a meter a un cibercafé. No sabía realmente qué hacía, me senté y una ventana en la pantalla de la computadora me pedía nombre y contraseña. Escribí "otowilches" y esa fue la primera vez que murió Raúl.

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